lunes, 11 de junio de 2018

Viajas, como las olas en el mar
como si fueras un marinero
que busca su puerto
perdido entre mil mares
de agua clara,
llena de óxido.
No viertes ni una gota de sal
a costa de aguas ajenas
porque te importa demasiado
y abres la barrera.
Y sigues tu camino,
después de haber sido uno de los mares
que alguien abrió en dos.
Y eres roto
y cristalino,
cristalizado,
sin que llegue a herir tu hielo.
Pero lo hace y te hace más frío.
Y comienzas a alejarte,
casi no se te aprecia,
cada vez más lejos
y a la vez,
cada vez más cerca.