lunes, 17 de octubre de 2011

La princesa que mató al poeta.

[...]Entonces lo ahogué con todas mis fuerzas
en esa amargura que llevaba atada al cuello cual soga
hasta que casi no pudo respirar
hasta ver como agonizaba dulcemente.
-¿Dulcemente dice?. ¿Acaso alguien puede morir dulcemente ante tal hazaña?
Sí, él lo hizo. Pareciese que me lo pedía a gritos con los ojos casi fuera de órbitas.
¿Le pasa algo? Le noto un tanto consternada...
-No... sólo es que me sorprende la frialdad y tranquilidad
 con la que desliza sus palabras ante tal atropello...
Oh, no pasa nada. Ya se disculpó por obligarme a hacerlo.
...
¿Quiere saber cuáles fueron sus últimas palabras?
[Silencio]
'A mi paso cien de sus sensaciones favoritas perderán la descordura
cien de sus quinientas veinte personalidades atrofiadas encontrarán la resurreción
y volverán de nuevo a casa, dónde nunca hubo un nido de pétalos de ternura
ni se le dió de alimentar a las tripas, pensando siempre en el corazón'
- Lo recuerda fielmente...
Cómo no hacerlo si él mismo me lo grabó en la piel a punta de navaja para siempre
llevarlo presente.
- Pero, explíqueme, ¿por qué?. ¿ Por qué lo hizo?
Porque me quería.
- ¡¿Eso es, acaso, motivo alguno?!
...
-Perdone que pierda las formas, pero mi incredulidad ante semejante atrocidad crece por
momentos.Nunca me lo hubiese imaginado de usted.
No encontré mejor motivo para hacerlo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Desajuste.

Tomémonos un tiempo con agua hirviendo para reflexionar.
.¿Reflexi... qué?
Me habla de la vida como si supiese lo que es.
¿Qué sabrán ellos de la humedad del temporal?
¿Acaso el mayor dolor es sentimental? ¿Es acaso, entonces, el dolor físico?
Ultrasensorial.
Desaparezco pero no lo haré. Da igual lo que haga.
Igual da cuántas veces me abra la cabeza contra el muro -de papel- indestructible.
Autodestructivo.
Dentro de mi caverna de cuervos mental crecerán las espigas que dejé de regar.
Pero no quiero rendirme a los pies del sinvivir.
Y me desarrodillo.
Y vuelvo a caminar.

domingo, 9 de octubre de 2011

Grietas.

En estado vegetal quedó la conciencia ajena
lo inexplicable toma forma
-amorfa para mis ojos-
el reloj me dice que aguarde
el sinsentido llegará
para dejar en evidencia lo sincero
Y el reloj huye, casi tan deprisa como yo
con su estaca y su lanza rozando horas, minutos y segundos
que no se escape nadie
que no se escape nada
que vamos a ser injustos una vez más
Sin dar lo que no se dio
que nunca se tendría en cuenta
si así se hizo el bien
Hagámos pues nada
para que el amor ajeno reconcoma la conciencia
de la falta de él.