Enjambre de sal y ceniza
de la miel, sólo la que queda en los párpados fríos.
Y parece indestructible y es acobijada.
Y parece que se desvanece y es de hormigón.
Y yo me quedo a mirar
como la admiran
sin porqués.
Y me muerdo los labios
de quererla ser.
Si todo es destello y no necesita decir ni una palabra
para que todo el mundo pare a escucharla.
Boquiabierto.
Prestando atención
a lo que no dice.
A lo que se calla.
Y yo callo
y caigo.
Y no soy más que una hoja
que cae de su rama.
Pero a ella no le importa,
si nada es suyo.
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