viernes, 24 de enero de 2020

Tarde

Tarde,
porque llegar tarde a veces significa llegar a tiempo.
Llegar en el momento exacto, antes de la hecatombe.
Justo antes del eclipse. En el momento adecuado.
No sé cuándo perdí la noción del tiempo,
ni la de la realidad
no sé en qué momento me perdí
o en cual me encontré
o si me perdí realmente
o si sigo sin encontrarme.
Tarde,
como cuando cae la mañana y el sol se asoma sigiloso mirándote con juicio.
Tarde,
porque la prisa es más importante,
siempre tarde.
A veces llegamos sin permiso,
a veces rompemos sin motivo,
nos autoembaucamos  para justificarnos,
para justificar que hemos llegado tarde.
Nos autoconvencemos para justificar
que nos llegan tarde.
Más que temprano, siempre tarde.
Hoy no leerás prosa,
me leerás presa en mi propio sinsentido,
que no sinsentir,
con mayor tranquilidad autoinfligida
menos arriesgada
y más tarde que nunca.
Se hará tarde y no estaremos,
no será esta tarde, ni la tarde de mañana.
Llegaremos tarde una vez más.
Y tal vez no sea ni siquiera lo que queremos.
Tarde,
para echar la vista atrás.
Tarde,
para no echarte de menos.





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