Equivócate.
De nada valen los pájaros en la mano,
a mi me gusta ver los cien volando.
Equivócate
y échale sal a las heridas.
Equivócate
con los ojos bien abiertos, que sienta el corazón fuerte.
Equivócate
porque más vale pronto, que para siempre.
Equivócate.
Pero equivócate conmigo.
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