Vislumbró la mitad de mi alma,
ya no venidera sino fugaz,
arrancada por desdicha,
cerrada en el no
anclada en el jamás,
me refugió a mitad de desvelo,
entre parpadeo y mirada
agachó la cara
y no dijo nada.
A media sonrisa,
mi atrevimiento de robarle una caricia
a cambio de mi coraza se hizo vital,
y se hizo aún más necesario;
y mi alma ya no sabe rechazar,
ni olvidar un día más en su calendario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario