Al final de la conciencia se ve más claro,
divago entre ensobrecimientos fustigadores
que separan lo inmoral del corazón y los instintos.
Hasta los intestinos,
me has calado profundo,
menos de lo que esperas
pero más de lo que digo.
Y entre desquicio y resquicio quedan las entrañas,
empañadas por la incertidumbre,
y quedan sin saber si las quimeras son necesarias
haciendo real ya el desapego a nuestras virtudes.
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